Cantabria, una gran prisión: Represión tras la caída de Santander en 1937

Campo de concentración de La Magdalena
La caída de Santander en manos de las tropas franquistas el 27 de agosto de 1937 convirtió a Cantabria en una gran prisión. Los centros improvisados de detención ya no fueron suficientes para contener al contingente de 50.000 detenidos que se acumularon en los primeros días. Se habilitó cuanto recinto o edificio fue posible (campos de fútbol, plazas de toros, fábricas, colegios, explanadas…) para convertirlos en de una red formalizada de campos de concentración de prisioneros que duraría hasta mucho más allá del final de la guerra, y de Prisiones. La función social del sistema concentracionario y por ende del sistema penitenciario, del que era su puerta de entrada, consistió en la represión, humillación y sumisión de toda persona encuadrada y clasificada de forma previa como disidente del nuevo régimen.
De los más de medio millón de prisioneros que pasaron por los campos de concentración de Franco, más de 100.000 fueron recluidos en el año 1937; de ellos, casi la mitad cayeron en Cantabria. La masificación se impuso y las condiciones de vida para los derrotados se convirtieron en un muro difícilmente salvable, más allá de la lógica preocupación personal por sus inciertos destinos
Los campos de concentración en Cantabria. Los comienzos de la represión política franquista.
Frente a las narrativas justificadoras del régimen franquista, bien por la vía directa, la revisionista o por la de la simetría con respecto al bando republicano, en la construcción de un relato democrático de la Dictadura se precisa la deslegitimación de la violencia, elemento vertebrador y principal razón de su extensión. Desde esta perspectiva, la reivindicación de las víctimas del sistema concentracionario franquista desempeña un papel crucial, puesto que, si no se ha materializado el resarcimiento de la injusticia, al menos queda su denuncia, el deber de memoria y la reparación histórica.