GEA (Grupo Ecologista Asambleario) nace en Santander, en octubre de 1989, de la idea común de un grupo de personas que, de forma individual o como representantes de otros colectivos, veníamos trabajando en la lucha por la mejora del Medio Ambiente dentro del entorno urbano.

Ante la noticia de que el Ayuntamiento de Santander iniciaba los trámites para la construcción de la autovía que uniría Bezana con el Sardinero, a través de Las Llamas, un grupo de personas,  pertenecientes a la antigua Coordinadora para la Defensa del Litoral y Las Tierras de Cantabria,  nos empezamos a reunir en Santander para tratar de evitar su construcción, debido a los daños medioambientales que iba a generar. Así fue como después de varias reuniones vimos la conveniencia de continuar las mismas de manera periódica, con el fin de buscar soluciones a éste y a otros problemas ecológicos y medioambientales, locales y regionales.

De esta manera llegamos al convencimiento de que sería interesante crear nuestro propio grupo en Santander, lo que llevamos a cabo tras un encuentro de fin de semana en Güemes donde empezamos a estructurar el grupo.

GEA se constituyó como un grupo abierto, de funcionamiento autónomo e integrado en la Coordinadora Ecologista Cántabra (CEC), sucesora de la Coordinadora para la Defensa del Litoral y las Tierras de Cantabria, donde participábamos junto con otros colectivos en la defensa de los intereses ecológicos regionales.

Entre los fines de GEA se encuentra la defensa de la naturaleza y la mejora del medio ambiente, partiendo de los ámbitos más locales, pero sin olvidar que cualquier agresión al ecosistema en un punto del planeta puede afectar a la globalidad. GEA propugna el pacifismo y la no violencia como estrategia de acción, así como la autosuficiencia y la solidaridad, que abogue por una sociedad más justa y menos consumista. Asimismo, la racionalización del consumo de los recursos naturales y la utilización de las energías alternativas frente a las altamente contaminantes y no renovables, en especial la energía nuclear, también constituyen fines de GEA.

GEA no se define como un grupo meramente conservacionista, por lo que sus objetivos enlazan directamente con una filosofía ecológica más amplia, que lucha por mejorar la calidad de vida e intenta contribuir a crear una sociedad con una mayor conciencia ecológica y social, y más participativa.

La colaboración con otros grupos y colectivos también está en la naturaleza del proceder de GEA, en la cuenta de que la fuerza y la riqueza que conlleva la pluralidad de ideas es necesaria para lograr los objetivos comunes en la lucha por la defensa de la naturaleza en Cantabria.

En el mes de diciembre del año 1990 GEA quedó inscrita como asociación en el Registro Provincial, con el número 1.443, además de ser visados sus estatutos.

El ámbito fundamental de actuación de GEA es Santander y Cantabria, y se propone la denuncia de acciones urbanísticas especulativas, así como estar presente en las iniciativas ciudadanas en apoyo de la rehabilitación y conservación del patrimonio arquitectónico, mediante la participación, junto a otros colectivos en iniciativas populares: para el saneamiento y conservación de la Bahía de Santander, por la calidad de vida en los barrios populosos de la ciudad, como es el caso del Barrio  Castilla-Hermida, organizando campañas sobre reciclaje de basuras, desarrollando proyectos de educación ambiental a través de charlas y jornadas ecológicas. A través de la Coordinadora Ecologista de Cantabria (CEC) participamos en la lucha contra la introducción masiva de especies arbóreas de rápido crecimiento (pinos y eucaliptos), por generar graves problemas ecológicos en las zonas afectadas; en la reivindicación de declaración de los Picos de Europa como Parque Nacional frente a la especulación turística planificada para la zona; por la protección de los escasos ejemplares de oso pardo a través del “Proyecto Oso Pardo”, etc.

Como testimonio de algunas de las actuaciones llevadas a cabo por el grupo GEA incorporamos al relato las noticias de prensa de la época y alguna documentación que se considera relevante.

Para finalizar este breve relato sobre la historia del Grupo Ecologista Asambleario (GEA) hay que hacer mención al grupo humano que lo integró. Se trataba de un colectivo ciertamente heterogéneo, donde tenía cabida la juventud y la madurez; estudiantes, jóvenes trabajadores y otros menos jóvenes, de empresas privadas y empleados de la Administración; esto no hace sino acentuar el buen ambiente de trabajo y la relación personal que había entre nosotros. Después de 20 años desde que se extinguió GEA, la mayoría seguimos viéndonos a menudo y continuamos cuidando nuestra amistad.

No dejaremos pasar la ocasión para, de entre todas estas personas, destacar la figura de tres miembros de GEA que dejaron una huella imborrable, no solo para la cohesión y  consolidación del grupo, sino para todos los jóvenes y menos jóvenes que tuvimos la suerte de trabajar con ellos en aquellos días, por su humanidad y su capacidad para mostrarnos el camino a seguir. Se trata de Tomás López Díaz, líder de líderes, a quien la ecología en Cantabria debe mucho por su visión adelantada a los tiempos en muchos de los problemas que se atisbaban en el horizonte; Paco Torre Soberón, incansable activista que, en la actualidad, a sus 91 años continúa junto a las jóvenes generaciones peleando por la ecología y la justicia social; y, por último, Pepe (José Manuel Gómez Sainz), ya fallecido, persona comprometida y bondadosa donde las haya, de quien guardamos un vivo recuerdo y a quien ya rendimos un homenaje del que os dejamos el extracto que se publicó en el número 11 de la Revista “La Tarajila” de la época.

Finalmente, hay que apuntar que, a pesar de los numerosos problemas de todo tipo a que se enfrenta la sociedad actual, muchas de las causas por las que luchó GEA en aquellos años, hoy son temas resueltos: Declaración de Parque Nacional de los Picos de Europa, protección del sistema de dunas de Oyambre, recogida selectiva de basura, saneamiento de la Bahía de Santander. La lucha no fue en vano.

Julio 2016