Los antecedentes
Como la mayoría de las iniciativas, Desmemoriados no surgió por generación espontánea. Lo que somos bebe de experiencias y proyectos anteriores en los que hemos participado y en los que nos hemos formado. El más remoto de ellos fue el Seminario de Fuentes Orales, impulsado por Vicente Fernández Benítez desde el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Cantabria. Se formó en 1990 con el objeto de estudiar la memoria colectiva en un territorio concreto entre la II República y el primer franquismo a través de los testimonios de personas que vivieron en ese período. Fruto de este trabajo fue la grabación de 62 entrevistas y la publicación del libro Historia y memoria colectiva. La vida en el valle de Camargo entre la II República y el primer franquismo, publicado en 1994. De esta experiencia aprendimos a trabajar con fuentes orales, y empezamos a descubrir los mecanismos que modulan la memoria colectiva y la importancia de grabar las entrevistas, ya que el paso del tiempo nos priva de la voz de los testigos y se pierde la oportunidad de explorar el pasado a través de sus ojos y su memoria.
El otro gran referente fue el proyecto “Presos con causa (1936-1978). Abrir las puertas de la historia”, que en un principio fue diseñado como parte de la programación de la Universidad Internacional de Menéndez Pelayo, de la que nunca obtuvimos respuesta, y que finalmente se acogió a la convocatoria de subvenciones correspondientes al año 2011 que el Ministerio de Presidencia destinó a actividades relacionadas con las víctimas de la guerra civil y del franquismo. Aprovechando la oportunidad del cierre y derribo de la Prisión Provincial de Santander, el Grupo de Trabajo Presos con Causa con la colaboración de la Unión Regional de CCOO de Cantabria organizó en marzo de 2012 una exposición que pretendía recuperar la memoria de hombres y mujeres que, por defender sus ideas, fueron encarcelados durante el Franquismo y la repercusión que todo ello tuvo para sus familias. La dictadura utilizó el sistema carcelario como instrumento de exclusión social. La Prisión Provincial de Santander, que en ese momento se estaba demoliendo era en cierta medida el personaje central. Sus muros fueron depositarios de la memoria de varias generaciones de hombres y mujeres que vieron frustradas sus aspiraciones democráticas, unos tras la victoria de Franco en la Guerra Civil, y otros en los sucesivos intentos de organizar un movimiento de oposición a la dictadura.
Junto a la exposición se editó un documental. Fue un viaje por el sistema penitenciario en el periodo histórico que va desde la caída de Santander en agosto de 1937 hasta 1978, a través de los testimonios de personas que tuvieron una experiencia directa en los campos de concentración y prisión bajo el franquismo, junto con testimonios de algunos familiares.
A pesar de lo dicho, el germen de Desmemoriados fructificó cuando se produjo el encuentro del Grupo de trabajo Presos con Causa, que venía de retirada del largo proceso que fue el montaje de la exposición, con la asociación La Vorágine que gestionaba una librería. El espacio que se generó posibilitó la realización de una serie de actividades relacionadas con la recuperación de la memoria y el encuentro con un público deseoso de compartir sus experiencias. Fue en este momento cuando se vio que la tarea de recuperación de la memoria colectiva exigía, como poco, un trabajo a medio plazo y una estructura estable capaz de poner en marcha proyectos. Algunas de aquellas actividades dieron luego entidad a Desmemoriados, quizá la más destacada de este periodo fue la celebración del primer ciclo de Militancias, que se desarrolló durante el mes octubre de 2013, y que en aquel momento publicitábamos así:
“MILITANCIAS, proyecto coordinado por el Grupo de Trabajo Presos con Causa, rescata las historias de vida de 6 militantes de diferentes organizaciones de izquierda que resistieron al franquismo en el periodo comprendido entre 1956 y 1976. Las vamos a escuchar en directo, de la voz de sus protagonistas cada martes, en La Vorágine. No son todas las historias ni son las definitivas, pero tienen un valor incalculable en la construcción colectiva de un relato contrahegemónico de ese periodo oscuro que es la dictadura”.
La larga historia del archivo de la memoria
En Cantabria se ha asentado una visión conservadora del pasado, que tiende a ocultar los movimientos sociales y los conflictos que no conlleven la tradición como programa. Se representa ese pasado como una Arcadia feliz, desincentivando el interés por descubrir y mantener el recuerdo de las experiencias de lucha de las clases populares o de la represión ejercida sobre ellas. Esto puede explicar la falta de representación de lo acontecido en la región en los trabajos de investigación que cubren el conjunto de España. En este sentido es muy esclarecedor el mapa de fosas de la Guerra Civil elaborado por el Ministerio de Justicia en 2010. El Gobierno de Cantabria, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, encargó al arqueólogo Ángel Armendáriz un estudio sobre las fosas de personas desaparecidas violentamente durante la Guerra Civil y la represión política posterior. A partir de dicho trabajo preliminar se hizo un informe en el que se identificaban 150 fosas. Bien por falta de voluntad política, bien por desinterés, la documentación elaborada estuvo extraviada hasta 2018, año en el que Desmemoriados impulsó que saliera a la luz. A pesar de ello, actualmente en el mapa de fosas del ministerio solo figuran referenciadas siete.
Por lo anteriormente expuesto, urgía documentar la memoria colectiva de los grupos que a lo largo del Siglo XX habían impulsado la lucha por una sociedad más justa y que no tenían reflejo ni en la historia académica, ni en los archivos. Desmemoriados se formó como grupo de trabajo en 2014 respondiendo a ese impulso, como evolución natural de las actividades que se venían realizando.
Se pretendía crear un archivo en el que se compilara información (documentos, investigaciones, imágenes y cualquier tipo de contenido) sobre las diferentes memorias colectivas de los movimientos sociales que se habían desarrollado a lo largo del siglo XX en Cantabria, al tiempo que mantener vivo su legado poniéndolo a disposición de la sociedad y de los investigadores. En muchos casos las organizaciones ya habían desaparecido, por lo que el único camino que nos quedaba era recurrir a las personas que habían participado en ellos o a sus familiares. Ante la imposibilidad material de crear un archivo físico, se optó por buscar una herramienta que nos permitiera generar un archivo “on line”, escaneando el material y devolviendo posteriormente los originales a los propietarios, ya que en caso de que el proyecto naufragara seguirían garantizando su conservación. Partíamos con el material generado en el proyecto Presos con Causa, los archivos de los propios miembros del grupo, así como las historias de vida grabadas en el ciclo de militancias. En noviembre de 2015 se presentó la primera herramienta, datos.desmemoriados.org, con la que empezamos a describir documentación. Para marzo de 2016 ya se habían puesto a consulta pública 700 documentos.
A partir de ahí empezamos a descubrir las limitaciones que teníamos. La primera de ellas fue que no éramos autosuficientes en la gestión del proyecto. Si bien éramos capaces de grabar entrevistas, de escanear la documentación, de establecer la estructura de la base de datos, de asumir la tarea de describirlos, y con cierta formación podíamos subir a “la herramienta” los ficheros. Sin embargo, teníamos serios problemas técnicos para configurar el programa y dependíamos de un socio para alojar el archivo en el servidor de su empresa. Por otra parte, debíamos encontrar una fórmula para que una vez despareciera Desmemoriados, el material recuperado pudiera seguir a disposición tanto de la ciudadanía como de los investigadores, y esto pasaba por la colaboración con una entidad pública y por dar una estructura jurídica al grupo de trabajo.
En marzo de 2016 nos constituimos en asociación y empezamos redactar un proyecto con vistas a una posible colaboración con la Consejería de Cultura del Gobierno Regional de Cantabria, que denominamos Red de la Memoria. Con él pretendíamos contribuir a la recuperación, conservación y difusión de la memoria colectiva de Cantabria en el siglo XX. Entendíamos que el “estudio de la memoria colectiva de una población precisa del análisis de los tres vértices que la sirven de referencia: personas, lugares y acontecimientos. Este triángulo se asienta en un tiempo, al cual articula y da sentido, y sobre un territorio al que confiere su particular ordenación. Cantabria y el siglo XX son las coordenadas de este proyecto y en torno a las que se estructura la Red de la memoria”.
Lo nuevo que aportaba era su pretensión de crear una red de corresponsales que cubrieran el territorio de la Comunidad Autónoma, a partir de un mínimo de cinco áreas: comarca de la Bahía de Santander, comarca oriental, comarca occidental, comarca del Besaya y Campoo-Los Valles. A estos corresponsales se les formaría en el uso de las técnicas y herramientas básicas de clasificación, documentación, uso de la base de datos, realización de entrevistas, uso de la cámara de vídeo, escaneado y tratamiento informático de la documentación.
Por diferentes circunstancias no hubo posibilidad de encontrar una fórmula de colaboración con la Consejería, y para más desgracia, la empresa que nos alojaba gratuitamente el archivo cambió de servidor y perdimos el trabajo realizado hasta ese momento. Por ello nos planteamos la necesidad de buscar otra institución con capacidad de dar estabilidad al archivo. Tras dos años de reuniones en 2018 firmamos un convenio con la Biblioteca de la Universidad de Cantabria. De él se desprendía que Desmemoriados cedería una copia de los fondos a la Biblioteca, y la Universidad daría la solución técnica para que el fondo pudiera ser consultado en abierto y se conservara. En el momento de la firma del convenio Desmemoriados tenía digitalizados 2.212 documentos (incluyendo fotos, carteles, pegatinas, audios, folletos e informes), y cerca de 100 entrevistas en vídeo entre las que se incluyen las realizadas en el proyecto Presos con Causa y las de los cuatro ciclos de Militancias.
El trabajo con la Biblioteca ha sido largo y complejo, porque se ha tenido que buscar herramientas adecuadas tanto para gestionar el material que aportaba Desmemoriados y sus propios fondos patrimoniales, como adquirir un programa que permitiera la consulta pública de los fondos; y que todo ello fuera compatible con los servidores de la Universidad. Una vez resuelta esta fase, la Universidad firmó un convenio con la Dirección General de Patrimonio Cultural y Memoria de Cantabria para iniciar el trabajo de descripción y catalogación del material documental, que tuvo una duración de 6 meses. Finalizado el trabajo en abril de 2022, aproximadamente ha quedado descrito el 30% de la documentación aportada, mientras Desmemoriados ha seguido grabando entrevistas y acumulando nuevos fondos.
La difusión o la memoria ejercida como acto
El trabajo de Desmemoriados se asienta en tres pilares: la recuperación de la memoria colectiva de Cantabria, la conservación de este patrimonio y su difusión. Con la firma del convenio con la Biblioteca de la Universidad de Cantabria se consolidó la conservación del material que hemos ido recuperando, sin embargo, si este no se difunde no pasará a formar parte del patrimonio y la memoria ejercida por los cántabros. Por ello, la difusión ha sido una de las prioridades del trabajo de Desmemoriados, bien dando a conocer el trabajo que nosotros mismos hemos elaborado, o bien contribuyendo a divulgar el realizado por otras asociaciones. Así surgió el primer ciclo de Militancias en colaboración con La Vorágine. No se pretendía que las personas que intervinieran fueran los representantes de esos movimientos sociales o políticos, sino acercarnos a las diferentes formas de militancia. La característica peculiar de estos ciclos es que, por un lado se celebraban con público e incluso se trasmitían en streaming, lo que nos permitía compartir la experiencia personal que llevó a cada uno de los entrevistados a militar; y por otro al ser grabadas, su testimonio pasaba a formar parte del archivo de Desmemoriados y por tanto eran preservadas. Con los cuatro ciclos celebrados entre 2013 y 2017 (Martes de memoria, El movimiento obrero bajo el Franquismo, Mujer y política, y Militancias de largo recorrido) se grabaron y difundieron 17 historias de vida de otros tantos militantes políticos y sociales.
Tomando la idea que algunos museos estaban poniendo en práctica, pensamos que era oportuno cada mes dar a conocer una de las piezas del fondo propio y contextualizarlas, normalmente fotografías. El primer “documento del mes” vio la luz en diciembre de 2015 a través de nuestras redes, pero a partir del siguiente se han ido dando a conocer por medio de la edición de Cantabria de elDiario.es. La extensión de los “documentos del mes” han ido creciendo con el paso del tiempo, aunque intentamos que estos artículos se aproximen a las 1.500 palabras con el fin de que sean de lectura fácil. Sin embargo, hay algunas temáticas que han exigido que se les dedique mayor extensión, y a estas publicaciones compuestas por varios artículos las hemos denominado monográficos.
En torno a algunos monográficos se desarrollaron actividades de difusión. Por ejemplo, con el del incendio de Santander de 1941, publicado en el 75 aniversario se programaron varias charlas (en La Vorágine, club de lectura de Pontejos y en el Escuela de Adultos de Santander) y paseos por la ciudad para entender el proceso especulativo y de expulsión de las clases populares del centro de la ciudad. En 2024 publicaremos el 100. De estos últimos cabe destacar “El Caso Almería”, “Reinosa 1987: crónica de una lucha por el empleo” y “Cantabria 1937, una gran prisión”, que han marcado líneas de trabajo a lo largo de los últimos años. Todos los textos están disponibles tanto en la edición cántabra de elDiario.es, como en nuestra web. Desde hace seis años también se recogen en la revista que publicamos en papel intentando salvar la brecha digital, “Anuario Desmemoriados”, junto con las tribunas enviadas a la prensa y una reseña de las actividades realizadas.
Entre las personas y entidades con las que hemos colaborado en el desarrollo o difusión de sus actividades podemos destacar: con el Colectivo Juan de Mairena que en febrero de 2020 realizó un homenaje al hispanista Gabriel Jackson (1921-2019) en el Centro Cultural Teresa Pàmies de Barcelona; con la exposición de Alberto Santamaría “Desconocido. Memoria imposible del campo de concentración de La Magdalena”; con el Centro de Interpretación de la Minería de Barruelo de Santullán la “Jornada divulgativa sobre la Revolución del 34”; y ya hemos hablado de La Vorágine, con la que compartimos varios proyectos y actividades, destacando entre ellos el mapeó del Callejero Fascista de Santander o Cine para Desmemoriados (desde 2014 a 2019). Hemos de hacer una especial mención al escritor Alfons Cervera, con el que iniciamos una fructífera colaboración a raíz del homenaje a las victimas del Caso Almería, que nos llevó a participar en 2019 en las actividades del Centro Cultural La Nau de la Universidad de Valencia.