La exposición de Manuelle Parra, en la que se combinan grabados, poemas y fotografías, hizo parte de la programación de La Surada Poética 2017 y fue organizada por La Vorágine y Desmemoriados.
La muestra visibilizó la huida, el confinamiento, la resistencia y la memoria de los exiliados españoles en Francia durante la dictadura.
El capitán del ejército constitucional de la República de España Juan Antonio Parra Baeza cayó herido en el frente del Ebro y allí acabó la guerra para él. Empezó otro calvario. En los primeros meses de 1939 huyó a Francia bajo las bombas y comenzó un largo recorrido por 11 campos de internamiento (la forma elegante para los campos de concentración) en el país vecino hasta que logró huir dos años después para unirse a los maquis de la resistencia francesa que luchaban contra los nazis.
La historia no parece muy original si tenemos en cuenta que fueron unos 450.000 españoles los que huyeron de la derrota y la represión de los ganadores de la guerra iniciada con el golpe de Estado de 1936… pero es la historia del padre de la poeta y grabadora francesa (y española) Manuelle Parra. La artista llegó a Santander con su memoria y su obra poética y gráfica al Parlamento de Cantabria, donde estuvo abierta al público una sobrecogedora exposición que, bajo el título ‘Cajas Negras del Exilio’, mostró la huida, el confinamiento, la resistencia y la memoria de los exiliados españoles en Francia.
La exposición se inauguró el 10 de octubre de 2017 con una performance colaborativa en la que se rindió homenaje a los 81 españoles que murieron de hambre y miseria en Septfonds (Francia), el campo de concentración que compartían con miles de compatriotas, con judíos y con polacos, y a los 131 soldados republicanos hallados en la fosa común del fuerte de San Cristóbal (Pamplona), en el conocido como “El cementerio de las botellas”. Allí, en 2010, se abrió esta fosa y junto a cada cuerpo apareció una botella con los datos personales de cada una de las víctimas.
La exposición de Manuelle Parra, en la que se combinaban grabados, poemas y fotografías de esa historia tan poco narrada, formó parte de la programación de La Surada Poética 2017, el festival de poesía de la conciencia crítica que desde hace cuatro años organiza La Vorágine con el apoyo de la Fundación Santander Creativa, y se realizó con la colaboración del colectivo Desmemoriados.
“Si olvidamos, si dejamos de contarlo, si no tejemos la memoria de uno y otro lado de la frontera, entonces todo el sufrimiento habrá sido en vano”, les explicaba Manuelle Parra a medio centenar de estudiantes del IES Peñacastillo, con los que ha compartido dos horas de encuentro un día antes de inaugurar la exposición. Los jóvenes asistieron perplejos ante el relato de Parra y se sorprendieron al saber que en su ciudad, Santander, también hubo campos de concentración. “Si no sabemos de dónde venimos, podemos creer que la historia comenzó con nosotros y repetir una vez tras otra los errores del pasado”, les recordaba uno de los coordinadores de La Surada Poética.
Resistencia desde la poesía
La poeta invitada contaba a los estudiantes cómo a ella se le hurtó su propia historia porque su padre, como muchos de los exiliados españoles en Francia, no quería que sus hijos vivieran en el estigma al que ellos habían sido sometidos en el país vecino. “Yo no conocía nada de esta historia de la guerra de España, tampoco el idioma, tampoco el país. Pero un día mi madre me dio poemas y me dijo: ‘Tu padre había escrito estos poemas en los campos’, y entonces empecé a preguntar”.
Uno de los aspectos más interesantes que recupera Parra en ‘Cajas Negras del Exilio’ es el papel que tuvo la poesía, la cultura, en la capacidad de resistencia de los hombres y mujeres confinados tras la huida. Su padre, Juan Antonio, copiaba los poemas del Romancero Gitano de Federico García Lorca y, como otros, los compartía en la ‘Barraca de la cultura’ del campo de Argeles-sur-Mer, donde también se pintaba, se hacían esculturas con huesos o trocitos de hierro, se editaban a mano pequeñas gacetas…
“Los republicanos escribían poemas para luchar contra las enfermedades o la desesperanza. Algunos de ellos daban cursos porque en los campos había intelectuales, artistas, campesinos, obreros, hombres, mujeres, niños. Ellos querían que siguiera la obra de educación que había emprendido la segunda república en los campos”, explicaba Manuelle Parra en su visita a Santander.
La exposición y la visita de Parra ha servido para estrechar lazos entre colectivos de memoria en Francia y Desmemoriados y pensar en caminos para divulgar la historia oculta de los campos de concentración a uno y otro lado de la frontera, ya que en la España de la posguerra se contabilizaron, al menos, 188 campos de concentración y trabajos forzados por donde pasaron algo más de medio millón de personas.