Lo cierto es que para la historia las dos fechas son la primera fiesta, no apareciendo en ningún sitio aclaración o distinción entre un acto y otro. Oficialmente la primera fiesta del PCE se celebró el 15 y el 16 de octubre de 1977 en la Casa de Campo. Sin embargo, en junio de ese mismo año ya se había celebrado en Torrelodones, una fiesta del partido comunista. Según Simón Sánchez Montero, a los organizadores de la fiesta se les negó sistemáticamente la posibilidad de hacerlo más cerca de Madrid. La tormenta desatada obligó a suspender los actos. Para ese momento se había contabilizado la presencia de unas 300.000 personas, muchas de las cuales optaron por quedarse y la fiesta se celebró como se pudo.
Parece que la eficiente organización con mas de 8.000 militantes del PCE que trabajaron durante tres días preparando la infraestructura, el enorme éxito de asistencia y la ausencia de incidentes (a pesar de algunas provocaciones de la extrema derecha) hicieron replantearse a las autoridades su posición inicial, aceptando la cesión de la Casa de Campo para la celebración de la 1ª fiesta oficial del PCE en el mes de octubre; tal es así que asistieron como invitados el delegado del gobierno y el alcalde de Madrid.
La fiesta del PCE se convirtió desde su inicio en una demostración de fuerza y orgullo del partido. Solo puede realizarse un evento de estas características, tan complejo, amplio y variado, o con un presupuesto millonario, que sobrepasaría las posibilidades de cualquier partido y en especial del PCE, o, como siempre fue el caso, gracias a la labor de la militancia que, no solo ponía su esfuerzo gratuita y altruistamente sino que además, se pagaba sus gastos de desplazamiento, incluyendo la propia entrada a la fiesta. Tal es así que en una reunión de coordinación del Comité Central con los equipos de trabajo los camaradas canarios se quejaron de que, además de pagarse su billete de avión y la entrada de la fiesta, si salían del recinto de la Casa de Campo para ir a Madrid, al volver a la Casa de Campo les hacían volver a pagar su entrada. La contestación por parte de la dirección fue contundente: “el camarada Secretario General, cuando viene a dar su discurso, se paga su entrada.”
La magnitud del evento se puede valorar con algunos datos: según la organización, el sábado 15 de octubre pasaron por la fiesta mas 750.000 personas; se habilitaron 35 pabellones cubiertos en 40.000 m2 de superficie; con la presencia de partidos los comunistas de Francia, Italia, Grecia, Japón, URSS y el bloque del Este prácticamente al completo; 24 pabellones fueron ocupados por los partidos comunistas regionales y de las nacionalidades del estado español (que organizaron exposiciones, venta de productos típicos, artesanías y comidas regionales). Para todo esto, el servicio de seguridad estaba compuesto por 3.000 personas, en turnos de 4 horas, preparados para garantizar el orden. Entre los artistas que esos dos días pasaron por el escenario estaban Antonio Gades, Marisol, Francisco Curto, Quintín Cabrera, Carlos Puebla, Enrique Morente, José Meneses y Rafael Amor.
A las 17 horas estaba previsto el mitin político con Santiago Carrillo (en el que se dedicó a justificar los Pactos de la Moncloa) y Simón Sánchez Montero. Después Rafael Alberti leyó un poema y, ante la insistencia del público, Dolores Ibarruri pronunció unas frases de saludo. El éxito fue tal que para las 11 horas de la noche se habían agotado en casi todos los stands las existencias gastronómicas. Este año solo en el stand del Partido Comunista de Cantabria, al que corresponde la fotografía, se prepararon 3.000 kilos de sardinas.
La austeridad con que se trabajaba -los propios militantes construían los stands, dormían en casetas de obras que eran, a la vez, dormitorios y almacenes- era una demostración de militancia y de la importancia fundamental que los ingresos de la Fiesta tenían para las siempre precarias cuentas del partido. Habría que explicar que buena parte de los artistas mas reconocidos del panorama nacional, sin darse publicidad, han colaborado donando obras para salvar los recurrentes “bajones” del Partido Comunista a lo largo de su dilatada historia. De la anual Fiesta del PCE no solo se financiaba el Comité Central, sino también de los partidos comunistas de cada comunidad autónoma que montaban sus stands, entre ellos, evidentemente el de Cantabria, uno de los asiduos a la fiesta hasta sus últimos años.
En años sucesivos se celebraría en la Casa de Campo de Madrid, normalmente la tercera semana de septiembre, dando, para muchos, inicio al curso político tras las vacaciones estivales.