A partir de la muerte del dictador las leyes, que partían de un punto muy desfavorecedor, empezaron a contemplar tímidamente los derechos de las mujeres. Comenzaron a aparecer asociaciones y reuniones feministas –como las Jornadas Nacionales por la Liberación de la Mujer, celebrado en el año 1975 en Madrid- que luchaban por la igualdad real entre hombres y mujeres.
Entre los días 4 y 8 de marzo de 1981, se celebraron en Santander las Jornadas de la Mujer, con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, convocada por Asamblea de Mujeres de Cantabria (creada en Santander en 1980) y apoyada por sindicatos (U.G.T., CC.OO. o C.N.T.) y partidos de izquierda, como el Partido de los Trabajadores de Cantabria, Partido Socialista del Trabajo, Liga Comunista, etc.
En dicho documento se presentan una serie de reivindicaciones en diversos ámbitos que afectaba a temas como el trabajo, el sistema jurídico, la sexualidad femenina, la legalización del aborto o la amnistía de los inculpados en Sevilla por dicha causa. En estas fechas el salario de las mujeres es un 20% inferior al de los hombres (Garrido, E. 1997), existe una gran segmentación del empleo entre masculino y femenino, el acceso a puestos directivos y de responsabilidad no se da de la misma forma, el paro afecta especialmente a las mujeres, 30,74% frente al 20,02% del masculino (Garrido, E. 1997), que se acrecienta según se incrementa la edad.
Uno de los grandes problemas del acceso al trabajo estaba en lo que hoy en día llamaríamos “conciliación familiar”, la creación de guarderías subvencionadas, frente a las mayoritariamente privadas, solucionaría el gran número de abandono laboral femenino o facilitaría su inserción en el citado mundo laboral.
Las leyes aprobadas durante ese año, afectan directamente a la vida de las mujeres, las cuales habían sido reivindicadas por las feministas en años anteriores: la Ley 11/1981, de 13 de mayo, que destaca por la equiparación jurídica entre el hombre y la mujer dentro del matrimonio, y, que afectaba a la patria potestad sobre los hijos y a la administración de bienes del matrimonio; y la Ley 30/1981, de 7 de julio, reguladora del matrimonio, su nulidad, separación y divorcio, que aunque fue considerada insuficiente por las organizaciones feministas, sin sus críticas hubiera sido más restrictiva.
La legalización del aborto (hasta el año 85) y la sexualidad femenina libre y autónoma fueron u los temas más conflictivos que protagonizaron los movimientos feministas. En el caso del aborto, se produjeron numerosas manifestaciones y autoinculpaciones en diferentes ciudades (Sevilla en el 81 o Cantabria en el 85) como consecuencia del proceso judicial por aborto en Bilbao, en el año 1979, conocido como “las once de Bilbao”, y que abrió sustancialmente el debate del aborto. Y, en el caso de la sexualidad porque se trataba de diferenciar la sexualidad de la fecundidad, tratando de dar pie al derecho a decidir y rompiendo con la estructura patriarcal que controlaba la sexualidad de las mujeres.
A modo de conclusión, sólo queda preguntarse ¿por qué hoy en día seguimos reivindicando lo mismo?. Quizá las leyes hayan ayudado a una sociedad más justa, pero los datos sobre mujeres, nos dicen que no han sido suficientes: ejemplo, en lo que vamos de año ya son 11 las mujeres asesinadas por violencia machista. “Más madera”