Carmen Diez nació hace 56 años en Alar del Rey (Palencia). Cántabra de adopción por ser el lugar de trabajo de su padre como ferroviario. Estudiante de Bellas Artes en la Universidad del País Vasco desde 1980 hasta 1985. A pesar del contexto político del momento, dentro y fuera de la Universidad, no sintió afinidad con los diferentes movimientos políticos de la sociedad vasca del momento y se unió a compañeros y compañeras que compartían su afición por la naturaleza y el ecologismo.
Su actividad como militante comienza en el verano de 1985, al finalizar sus estudios, momento en el que se crea en Cantabria un grupo que realiza actividades relacionadas con la noviolencia. Participa en diferentes encuentros nacionales y europeos entrando en contacto con personas implicadas políticamente con el antimilitarismo y la objeción de conciencia. Participa en la toma de la Embajada Española en Dinamarca para protestar con la ley de objeción de conciencia vigente en España siendo arrestada y expulsada del país.
Fue en el movimiento pacifista y antimilitarista donde adquiere herramientas para enfrentarse a los conflictos y la injusticia social. No cree en las estructuras políticas pero si en los movimientos sociales más vinculados a la realidad del momento que luchan por la transformación social. Milita de forma paralela en el movimiento pacifista, concretamente en el MOC, y en el movimiento ecologista, siendo en este donde se siente más identificada. Participa en múltiples acciones, como son el movimiento contra la urbanización de las dunas de Oyambre para evitar la construcción del mayor camping de Europa, el movimiento No a la OTAN, el antimilitarismo con perspectiva de género, la lucha contra el pantano de Riaño o el Grupo Ecologista Asambleario (GEA), integrado en la Coordinadora para la Defensa del Litoral y las Tierras de Cantabria y más adelante en la Coordinadora Ecologista Cántabra (CEC), entre otras..
La militancia se convierte un planteamiento de vida. Participa en la fundación del proyecto de la Casa de la Paz de Santa Ana, en El Soto. Forma parte de proyectos de Brigadas Internacionales de Paz trabajando en varios países en conflicto como El Salvador, Guatemala y México. Profundiza en la formación y en la búsqueda de estrategias, siempre con planteamientos noviolentos para la defensa de los Derechos Humanos y en la protección a sus Defensores en el ejercicio de sus acciones.
Al finalizar su trabajo en el estado de Guerrero, en México, regresa a Cantabria y pasa a formar parte de otra organización, Protección Internacional, que presta apoyo a activistas de países en conflicto, encargándose de la supervisión de proyectos. En la actualidad únicamente forma parte de su asamblea general.
Hay un hilo conductor en su militancia. Se contamina con la excusa de la toma de la Embajada de Dinamarca pero en realidad inicia un camino de activista al ver a otros compañeros y compañeras organizados y decide participar en diferentes movimientos. La militancia es lo más importante de su vida. Ha merecido la pena y manifiesta satisfecha que: “soy quien soy por lo que he pasado y todo lo realizado”. En definitiva, un compromiso con los Derechos Humanos y con la Tierra creyendo que, en este caso, como casi siempre, los medios utilizados para defenderlos deben ser coherentes necesariamente con los fines perseguidos..