Sectores de la sociedad cántabra se han movilizado con una rapidez poco habitual para tratar de frenar la derogación de la Ley de Memoria Democrática de Cantabria de 2021. Una proposición no de ley de Vox ha sido votada a favor por el grupo parlamentario popular en la sesión del último lunes de septiembre. Recién iniciado el curso parlamentario parece que esta derogación es una de las urgencias de Cantabria aunque a diario los medios de comunicación señalen otras. PRC y PSOE votaron en contra. Los portavoces populares reconocen que algún aspecto de la ley debe permanecer.
Es un alivio que un partido de gobierno no consienta que sigamos siendo, después de Camboya, el país con más enterramientos clandestinos del conjunto del planeta. Una medalla de plata de la vergüenza que, sin embargo, puede alentar –todavía- algunas expresiones muy poco afortunadas. Al presidente Rodríguez Zapatero la ultraderecha le deseaba la misma suerte que a su abuelo y la actual consejera de Cultura del gobierno cántabro ha sacado a la palestra una de las palabras fetiche del franquismo: Paracuellos.
No está el terreno muy abonado para la concordia pero desde Desmemoriados nos hemos comprometido a hacer una campaña con alto sentido pedagógico para convencer a la mayoría de la sociedad, incluyendo a sectores mayoritarios del electorado popular, de que la ocultación de hechos y el falseamiento histórico no pueden conducir al triunfo de los principios básicos de verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición de los hechos que son los que todavía el mundo civilizado reclama a nuestras instituciones.
Nos queremos centrar en esta tribuna en el tema de la equidistancia. Muy manoseada en distintos temas de actualidad desde hace lustros. Arrojada como un arma dependiendo del momento y del interés partidista. Hay torrentes de tinta derramados contra la equidistancia en los temas del terrorismo que nos salpicaron hasta hace diez años. Acusar de equidistancia entre ETA y sus víctimas parecía que se entendía al primer toque y que no era favorable para quien no estuviera del lado de las víctimas. Elevar esa intención a una categoría más general, parece que cuesta más. Se puede llegar a admitir en el terreno de la teoría: No se tolera la equidistancia entre las víctimas y sus victimarios, pero empieza a flaquear esa firmeza cuando se apuntan casos concretos.
La gente de bien, que es una expresión que ha adquirido tonalidad partidista en la última legislatura, no tenemos duda de que siempre ha estado y va a seguir estando con las víctimas. Por eso se entiende mal el papel de quienes dicen estar con las víctimas de Paracuellos pero reniegan de las de Badajoz, Gernika o la Desbandá malagueña ¿Por qué? ¿Se puede estar con las víctimas del buque-prisión Alfonso Pérez y olvidar o justificar como un error involuntario el bombardeo del Barrio Obrero del Rey? Trascendiendo el periodo de guerra con innumerables hechos execrables por parte de los dos bandos contendientes como en cualquier guerra, ¿Es posible la equidistancia, desde presupuestos democráticos, entre el franquismo y sus víctimas?
¿Cuando se acusa a la ley que se quiere derogar de que solo ampara a las víctimas de un bando, podría algún portavoz autorizado del Partido Popular precisar un poco más?
Ha incorporado ya ese partido, de forma global y natural, lo que ningún académico discute, fuera y dentro de nuestras fronteras, repetimos, académico, el cuñadismo histórico no está reconocido como ciencia, de momento, han incorporado que el 18 de julio de 1936 hubo un intento de golpe de estado contra el régimen republicano legalmente establecido, y que al fallar dicho golpe sectores del ejército, muy especialmente las unidades estacionadas en el Protectorado de Marruecos, junto a la extrema derecha, no dudaron en iniciar acciones de armas que condujeron a un sangriento enfrentamiento de casi tres años.
Pero es que ni siquiera es necesario ese reconocimiento que, de entrada, no puede situar en el mismo plano a los defensores de la legalidad y a quien trata de derribarla por las armas. Podemos centrarnos mucho más tranquilamente –con menos terreno para las dudas de tipo histórico- en lo ocurrido después del 1 de abril de 1939. Las causas instruidas contra miles de ciudadanos por auxilio a la rebelión –paradoja notable que los rebeldes juzgasen por auxilio a la rebelión a los leales- y las cantidades exorbitantes de asesinados sin ningún tipo de juicio, ni los pseudo juicios que podían encausar a centenares en pocos minutos y sentenciarlos a la pena máxima…
Una prueba casi aritmética para la gente de bien que se pretenda demócrata: Después de la guerra y de los terribles años 40, después de que la oposición antifranquista abandonase las armas, después del ingreso de España en la ONU en 1955… La inmensa mayoría de las víctimas del franquismo siguen sin estar reconocidas. Y esas víctimas eran luchadoras por la democracia.