El título de este escrito resume el papel de La Gavilla Verde en estos casi tres lustros de trabajo incansable por recuperar la memoria de los pueblos. En ese andar, a los primeros pasos, chocamos con una realidad evidente. Cuando nos acercábamos al relato de los años pasados, siempre encontrábamos un recuerdo vinculado a la presencia de la guerrilla y el papel de la guardia civil en su persecución y aniquilamiento.
Nuestro primer trabajo, consistía en la recuperación de los caminos tradicionales. Entendíamos que las sendas que atravesaban nuestros montes se estaban perdiendo y solo unos locos como nosotros o los amantes de la caza, nos acercábamos a los parajes perdidos entre pinos y carrascas y, al documentarlos, conocíamos que cada uno de ellos, contenían multitud de historias. Nuestros abuelos y bisabuelos habían ido trabajando pequeñas extensiones de tierra conquistadas en las laderas y las alturas de los cerros para escapar del hambre. Como en la mayoría de las sierras de España, en Santa Cruz de Moya no había ricos. Gente trabajadora, enamorados de su tierra y que llegaron a habitar 2.200 almas dedicadas a la agricultura, la ganadería y los viejos oficios perdidos. Ese era nuestro menester, preguntarnos por qué un municipio que contaba con varios núcleos y casas de campo soportaba el cáncer de la despoblación.
Esta experiencia formaba parte de la memoria oral que desde niños habíamos recibido.· Es por tanto, nuestra relación con lo que ha venido a llamarse memoria histórica, una memoria natural, un conocimiento de abuelos a padres y que hijos, nietos y biznietos tenemos la labor de narrar. En algunos casos, entre los nuestros había relaciones familiares con guerrilleros y represaliados, pero también la había con los represores. Nuestra apuesta nace del interior y no es algo sobrevenido, ni nuestro ahínco es ideológico, nuestra misión es explicar lo sucedido en nuestra tierra y las tierras hermanas que sufrieron el terror en aquellos días. Por ello somos la memoria de la memoria y perdonarán la redundancia. Una vez rendidos a las evidencias decidimos que nuestro trabajo debía albergar aquellos episodios donde los protagonistas, sin dejar de ser nuestros ancestros, también habían sido los guerrilleros y los guardias civiles. Unos se presentaban como el brazo armado del pueblo y de la república derrotada, otros como el brazo armado del nuevo y oscuro régimen. A ellos se unió la trama civil, los puntos de apoyo que desde los pueblos o núcleos alejados ayudaron a la guerrilla y también los que formaron parte o representaron al franquismo creando somatenes y redes de “escucha” sobre los sospechosos de colaborar con la lucha armada. Es necesario conocer la complejidad en la que se desarrolló la guerra de las sierras, acudir a sus detalles y desvelarlos. Independientemente al dolor que puedan causar, más dolor causa su olvido, más inconscientes somos al analizar la sociedad rural si solo vemos aquello como una anécdota.
Esta retroalimentación político-social, originó que no pocos puntos de apoyo pasaran a formar parte de la guerrilla. Hay que recordar que los hilos que zurcieron a la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, procedían de Francia y de los núcleos urbanos, Valencia, principalmente. En algunas comarcas, como en el Bajo Aragón, sí que hubo grupos autónomos que acabaron fusionándose, por las buenas o por las malas, con los venidos de Francia. Este hecho es transcendental para entender la historia de una de las mayores agrupaciones guerrilleras de la península. Sin el aporte en medios humanos, intendencia, información, recursos económicos, etc. que se prestó desde la sociedad civil estaríamos hablando de un capítulo fallido de la estrategia armada diseñada por la dirección del PCE en Francia. Apenas hubieran durado unos meses. Estamos hablando por tanto de una interacción social, reflejo de la violencia política cuyas raíces debemos buscarla más allá de los movimientos carlistas, pero que son el reflejo de la sociedad impuesta por los vencedores tras la guerra.·
Nacerían las jornadas por la sed insaciable de conocimiento que la recuperación de unos senderos nos había abierto. Los Senderos de la Memoria, así finalmente se llamó nuestro proyecto, no era un simple andar para conocer parajes de agreste belleza, los senderos eran las líneas que se habían escrito sobre la tierras desde los tiempos inmemoriales, los que recorrían durante horas hombres y animales para acercarse a sus labores o para cruzar las invisibles fronteras que acercaban a los nuestros a vender los productos a los pueblos colindantes faltos de olivos, de viñas y de huerta.
Hay que decir que en aquellos momentos se estaba generando un movimiento que hoy está sentado ante el tribunal supremo en la figura del juez Baltasar Garzón. Ya había asociaciones, incluso, las había de guerrilleros, que venían trabajando por su reconocimiento, reivindicando los hitos de la represión y sus propios hitos y, además, buena parte de las asociaciones habían escogido Santa Cruz de Moya para erigir un monumento “en memoria a los guerrilleros muertos en la lucha por la paz, la libertad y la democracia al lado de todos los pueblos del mundo”. Se reunían cada primer domingo de octubre en el Cerro de la Atalaya y allí ante el monolito de piedra levantado por el escultor Floren y pagado por la Diputación· de Cuenca y la cesión del terreno por parte de nuestro ayuntamiento, guardaban minutos de silencio ante sus camaradas muertos, discursos encendidos por la impotencia de ver pasar los años sin que las autoridades les reconocieran su lucha antifascista, los que quedaban, algunos de ellos, recibían honores en Francia, la segunda patria de muchos de ellos. Este fue otro elemento a considerar, Santa Cruz de Moya era ya, antes de la fundación de La Gavilla Verde, el lugar de encuentro y reivindicación de la memoria guerrillera. Un mar de banderas tricolores que se unían a los colores de la sierra.
Nuestra actuación desde entonces no fue un acto alocado u oportunista, nacía de nuestros mismos manantiales de recuerdos. ¿Sí a nosotros nos interesaba aquello, por qué no podíamos explicárselo al mundo? Empezamos a tomar contacto con todas las instituciones y personas relacionadas con nuestra propuesta: celebrar durante los días previos al homenaje unas jornadas que iban a definirse como un acto de conocimiento y un proyecto solidario.
Las Jornadas del Maquis en Santa Cruz de Moya. Crónica Rural de la Guerrilla española. Memoria Histórica Viva, fue el título que escogimos. Si releen el título, éste encierra tres conceptos fundacionales a los que siempre hemos querido seguir fieles. El primero el ámbito local o particular del papel de nuestro pueblo en el mapa guerrillero. El segundo obedece al ámbito global de la actuación guerrillera, que, principalmente, ocupó las zonas rurales, aquí y en Francia. Y por último, dar voz a los que habían sido protagonistas de aquellos hechos, los guerrilleros y puntos de apoyo, por encima de otros colectivos que habían gozado de recompensas y reconocimientos durante el franquismo, pero tampoco los olvidábamos pues era preciso acceder a la memoria de los guardias y sus partidarios para conocer, cuando no esclarecer, algún hecho.
Hablábamos de un proyecto solidario, pues los objetivos de la asociación eran luchar contra el aislamiento de los pueblos de las sierras, animarlos y crear una nueva resistencia frente a la despoblación, uníamos memoria y desarrollo rural y sostenible. L a memoria no contamina, la memoria forma parte de nosotros y sin ella la humanidad no habría avanzado. Era solidario por abrir las jornadas a los protagonistas, a la memoria viva.
Las jornadas han acabado convirtiéndose en una cita nacional e internacional con la participación de los mejores elementos de la historiografía de la guerrilla, de las artes y oficios vinculados al tema. Aún siendo un tema inacabable, hemos agotado muchas de las relaciones de la sociedad y los movimientos armados de carácter revolucionario: mujer, represión, cine, teatro, escultura, fotografía, economía, sociología, psicología, relaciones internacionales, franquismo, etc.·
Fruto de convertirnos en un punto central de la memoria guerrillera, ya por nuestras jornadas, ya por el acto de homenaje, empezaron a surgir demandas para encontrar el paradero de desaparecidos, mayoritariamente de personas que fueron acusadas de ayudar a la guerrilla y que montados sobre un camión habían sido condenados por la ley de fugas a la muerte y tal era la vergüenza de los verdugos que fueron enterradas clandestinamente en la mayoría de casos. Así fue como nació la primera oficina de atención a las víctimas en España. Se han realizado casi una decena de exhumaciones con la recuperación de los restos de las personas asesinadas, fuimos la primera asociación en exhumar en el difícil territorio valenciano. Hemos creado una base de datos de desaparecidos durante el tiempo de la guerrilla y en colaboración con el Grupo de arqueología forense Paleolab se han publicado dos libros, el segundo está a punto de salir, donde se recogen los esfuerzos de este excepcional equipo de personas para hallar a las víctimas y cumplir escrupulosamente con las normas de exhumación e inhumación que existen en España. Ha habido fracasos, como el de Monroyo, donde no se pudo descubrir el final de casi una docena de personas que salieron en supuesta libertad, según afirmaron las autoridades de la época, pero que nunca volvieron a sus casas. No se han podido encontrar los restos de Rabadán, supuestamente enterrado en el cementerio de La Pesquera, Cuenca, lugar de nacimiento del mítico guerrillero, El Manco de la Pesquera y, lo más dramático, que Doña Rita Barberá nos ha impedido la entrada al cementerio de Valencia para exhumar a dos vecinos de Higueruelas, una de las aldeas de Santa Cruz de Moya, uno ejecutado por su relación con los guerrilleros y, otro, porque su hijo, Pedro Alcorisa Peinado, marchó a la guerrilla una vez conocida su estrecha colaboración guerrillera.
La documentación se iba acumulando, tanto, por parte de la Secretaría de Desaparecidos, como de la organización de las jornadas. Íbamos recibiendo cada día mayor información recibiendo legados de papel llenos de renglones torcidos, de letras de personas mayores que nos escribían interesándose por nuestros logros y fracasos, visitas a los archivos de todo tipo. Con las ayudas del Ministerio de la Presidencia, el Gobierno de Aragón y las instituciones de Castilla-La Mancha, organizamos el Centro Documental.
Nuestra voz se oía cada vez con mayor intensidad en Francia y otros países. Así, de la mano de nuestros compañeros franceses, hemos creado una red solidaria para mantener viva la voz de la guerrilla y dar a conocer el papel de los españoles en el mundo, y que se recuerde un fragmento del lema fundacional del monumento al guerrillero: “al lado de todos los pueblos del mundo”. Hace un par de años nos llamaron desde Konstanz, población germana en la frontera suiza. Un profesor mallorquín afincado en esa universidad desde los años previos a la transición, quería venir a conocernos con sus alumnos, pues habían realizado un curso sobre la relación entre la literatura y la guerrilla. De esa visita nació un acuerdo para que los estudiantes alemanes pudieran compartir su trabajo con nosotros en el centro documental, así una decena de ellos y de ellas han podido realizar estancias y todos marcharon contentos y con ganas de volver, como así ha sucedido y su juventud se unió a los más jóvenes del pueblo que les ayudaron a perfeccionar su castellano, a conocer nuestra comarca y nuestra historia.
Mucho trabajo y muchas personas, no es menester que nadie se arrogue el protagonismo, ha sido un trabajo colectivo que cumplía el máximo de sus parámetros: ser un proyecto solidario con las personas, con la naturaleza y con nuestra historia, triste y amarga, pero nuestra, la de hombres y mujeres que se atrevieron a desafiar al franquismo y la de los hombres y mujeres que se convirtieron en sus aguijones.
Solicitaban los organizadores de este proyecto llamado· Presos con Causa, una mirada personal sobre todo lo sucedido desde que empezamos a trabajar en este aspecto. Cuatro impactos nada más.
Primer impacto: Las lágrimas de Pilar Alcorisa Peinado que, pese a la coincidencia de apellidos, deberíamos buscar de muy antiguo nuestra relación personal para encontrar algún lazo. Fue una de las primeras personas· que entrevistamos. Bajábamos en silencio en el coche después de escuchar cómo destrozaron a su familia cuando Pedro se incorporó a guerrillas. Esa fue la primera sensibilización con la memoria y personalmente el dolor que representa no ya la represión sufrida, sino, además, la desaparición del padre y su exilio y el de su hermano.
Segundo impacto: En el acto de homenaje, se aproximó un hombre desconocido. Buscaba a su hermano. Nos pedía ayuda. Eso nos llevó a reunirnos en Barcelona con Adolfo Pastor que ha dirigido con un humanismo sin paliativos todo el trabajo de recuperación de desaparecidos. Su propio padre fue asesinado una vez conocidas por las fuerzas gubernamentales la relación que mantenía con la guerrilla. No quiso incorporarse a la guerrilla y marchó con su familia a trabajar a otro pueblo. Murió ahorcado en la celda donde lo habían encerrado, igual que hicieron con el padre de Pilar y Pedro Alcorisa, disfrazaron su asesinato de suicidio afirmando que lo había hecho con los cordeles de sus albarcas.
Tercer impacto: La solidaridad de las personas. Los ponentes y asistentes de las jornadas que han llegado a nosotros desde todos los rincones de España, desde Inglaterra, Francia, Bélgica y Alemania. La cantidad de socios que se han apuntado a la Gavilla sin haber siquiera venido a nuestro pueblo. A la solidaridad del pueblo que nos ha cedidos sus casas, que han ofrecido sus establecimientos para poder dar de comer a tanta gente que reuníamos en los días de las jornadas.
Cuarto Impacto: Conocer a los históricos guerrilleros una lista larga que sería un demérito dejarme alguno de ellos y, sobre todo, conocer a los que de forma anónima les prestaron ayuda y pagaron por ello.
Sierra y Libertad.
Pedro Peinado Gil
Presidente de La Gavilla Verde.·
Santa Cruz de Moya, febrero de 2011.