► En diciembre de 1975 mil setecientos trabajadores protagonizaron una marcha a pie de 40 kilómetros, de Los Corrales de Buelna a Santander, demandando el mantenimiento de sus puestos de trabajo
► La estrategia del gobierno de evitar un estallido sociolaboral puede cuestionar el carácter espontáneo de la movilización
Este mes de diciembre, exactamente el día 22, se cumplen 44 años de la marcha obrera de los trabajadores de AUTHI desde Los Corrales de Buelna hasta Santander, en protesta por la falta de soluciones institucionales ante el cierre de la empresa y la pérdida de sus puestos de trabajo. Existen diversas interpretaciones sobre los acontecimientos ocurridos ese día, que trataremos de exponer aquí a través de su descripción tal y como aparecen en la bibliografía especializada y en la prensa local , así como en el relato ofrecido por un trabajador de AUTHI que formó parte de la marcha y que nos ha brindado su experiencia en una entrevista personal .
AUTHI (Automóviles de Turismo Hispano-Ingleses) fue fundada a mediados de los años 60 por la empresa Nueva Montaña Quijano, que pocos años después vendió sus acciones a la compañía inglesa British Leyland. Las factorías de AUTHI en Pamplona, Manresa y Los Corrales de Buelna, resultaron ser muy rentables fundamentalmente por la fabricación del popular “mini”, que tuvo una gran aceptación en el mercado, lo que permitió a sus 4.500 trabajadores disfrutar de buenos salarios y condiciones laborales. Esta situación se mantuvo hasta que, en la primera mitad de los años 70, los efectos de la crisis económica mundial sobre el consumo empezaron a incidir sobre la venta de coches, que disminuyó notablemente, lo que provocó que la empresa comenzara a sufrir serias pérdidas. Hubo rumores de una posible venta a la multinacional americana General Motors, que finalmente no llegó a consumarse. La incertidumbre sobre el futuro de AUTHI y el enorme desánimo de los trabajadores, que no confiaban ya en la estabilidad de sus empleos, configuran el contexto que antecede a la también conocida como “marcha verde”, quizá la primera de estas características acontecidas en España tras la muerte del dictador, un mes antes.
Llegamos al año 1975, y a principios del mes de marzo la Junta de Accionistas de AUTHI declara formalmente la suspensión de pagos y la liquidación de la empresa, enfrentándose los trabajadores a la posibilidad de un expediente de regulación de empleo y a los consiguientes despidos. La prensa se hizo eco de la noticia, y el diario Alerta, en su edición de 9 de marzo, publicó el titular “AUTHI se liquida”. En la fábrica de los Corrales de Buelna, tras varias infructuosas reuniones del Jurado de Empresa con el Gobernador Civil de la Provincia y con el Ministro de Industria para encontrar una solución al cierre, se presenta el expediente de regulación de empleo, y se hacen efectivos los despidos. Los trabajadores seguirán cobrando el salario de British Leyland, pero no saben hasta cuándo. Así van pasando los meses, sin que se encuentre una solución para Los Corrales, solución que sí ha llegado para otras factorías de la empresa.
El 22 de diciembre de 1975 los trabajadores de AUTHI se dirigen como todos estos últimos meses a la fábrica para cobrar su salario y la paga de navidad, y se encuentran con la noticia de que la empresa ha decidido rescindir los contratos de trabajo de todo el personal de forma inmediata. Cansados de promesas incumplidas, deciden reunirse en la entrada de la factoría ese mismo día a las cuatro de la tarde. La convocatoria, no oficial, se difunde boca a boca, y a la hora convenida se encuentran en la puerta de la fábrica prácticamente todos los trabajadores, unos 1400. En ese momento, y de forma espontánea, el Presidente del Jurado de Empresa, Miguel Cabrero, exhorta a los trabajadores para actuar e iniciar una marcha hacia el Gobierno Civil de Santander con el objetivo de plantear su situación a las autoridades y hacer públicas y visibles sus reivindicaciones. A las cinco de la tarde, los obreros allí presentes responden a la iniciativa planteada por el representante del Sindicato Vertical y echan a caminar en ese mismo momento hacia la capital en una marcha de 40 kilómetros, sin plantearse si llegarán finalmente a su destino, ya que partieron con lo puesto, y sin comida ni ropa adecuada para el frío propio de esa época del año. La marcha arranca con mucha fuerza, con los obreros empoderados gritando: “palabras no, trabajo, sí”.
A la protesta se fueron uniendo más trabajadores y ciudadanos, hasta llegar a 1.700 personas, que ocupaban una longitud de aproximadamente medio kilómetro de la carretera. Al frente encabezando la marcha durante gran parte del trayecto estuvieron varios dirigentes del Sindicato Vertical: el Presidente y los Vicepresidentes del Consejo de Trabajadores, así como el Delegado Provincial del Sindicato Vertical, que centraron la atención de la prensa local durante todo el discurrir la marcha y en las reuniones que posteriormente tuvieron lugar al llegar a la capital. Sin embargo, los verdaderos protagonistas fueron los trabajadores que formaron un bloque unido y aguantaron las duras condiciones de frío, cansancio, hambre y sed, al caminar durante ocho horas de noche en pleno invierno.
De la misma forma, hay que destacar el impacto que la protesta tuvo en toda la provincia, no solo por el seguimiento en la prensa, la radio, que retransmitió en directo la marcha, e incluso la televisión nacional, sino porque despertó un sentimiento de solidaridad obrera en gran parte de la población. Allí por donde pasaban se les aplaudía, se les animaba y apoyaba de diferentes formas, dándoles comida e invitándoles a las consumiciones si se paraban en un bar a combatir el frío. Los trabajadores pudieron sentir el cariño y la empatía del pueblo durante todo el trayecto. En la entrevista con el trabajador de AUTHI éste recordaba con mucha emoción que ya en Santander, cuando la marcha pasaba por la Alameda, la gente les aplaudía desde los balcones y les llamaba valientes.
La prensa local destacó el carácter pacífico de la protesta y la ausencia de incidentes, que los titulares recogieron así: “insólita y pacífica marcha” (Alerta, 23 de diciembre), “pacífica marcha de los productores de AUTHI sobre la capital santanderina” (Diario Montañés, 23 de diciembre), “la marcha madura de los trabajadores de AUTHI”, que destaca la actitud de los trabajadores que han dado “una lección de madurez y civismo” (La Hoja del Lunes, 29 de diciembre). A su paso por Torrelavega, más o menos a las siete de la tarde, el Gobernador Civil de la Provincia, prevenido de la manifestación, ordenó a la Guardia Civil de Tráfico que acompañara a los trabajadores, canalizando el tráfico y dando instrucciones expresas para salvaguardar la integridad física de los manifestantes. Igualmente, diarios de Madrid y Barcelona publicaron el mismo día 23 la noticia de la marcha, reseñando sus principales aspectos.
A todo lo anterior hay que sumar el hecho de que la marcha de AUTHI fue una movilización sin precedentes en los últimos cuarenta años en la provincia. Los que la presenciaron no recuerdan haber visto una manifestación tan numerosa y con un seguimiento y apoyo tan grande, sobre todo si tenemos en cuenta, que en 1975 las manifestaciones de este tipo aún eran ilegales y que normalmente resultaban disueltas con violencia por las fuerzas del orden público. En el recuerdo quedan los trágicos sucesos de Vitoria, acaecidos poco más de dos meses después, el 3 de marzo de 1976, en los que 5 trabajadores resultaron muertos y un centenar y medio heridos en el transcurso de unas movilizaciones por la mejora de sus condiciones laborales y salariales.
Finalmente, la marcha llegó a Santander sin contratiempos a las doce de la noche y los trabajadores, agotados y maltrechos de la caminata, se dirigieron a la Sede del Sindicato Vertical, la Casa Sindical, donde fueron recibidos por el Delegado Provincial. Allí se les ofreció asistencia sanitaria y comida. Una vez reunidos en el salón de actos, tomó la palabra el vocal representante del Jurado de Empresa, Miguel Cabrero, que resaltó el éxito de la marcha y agradeció a las autoridades su colaboración, pidiendo al mismo tiempo a los trabajadores que depositaran su confianza en el Jurado de Empresa. Después habló el Delegado Provincial del Sindicato Vertical, para felicitar a los trabajadores por la marcha y mostrar su buena disposición a encontrar una solución a los despidos. Acto seguido, sobre la una de la madrugada, el Jurado de Empresa y el Delegado Provincial se dirigieron al Gobierno Civil, sobre la una de la madrugada, donde el Gobernador Civil en persona les prometió, en nombre del Gobierno Central, tratar de encontrar una solución para el problema de los trabajadores de AUTHI. Una vez finalizada la entrevista con el con el representante gubernamental, los trabajadores regresaron a Los Corrales de Buelna en los autobuses que el Servicio Municipal de Transporte puso a su disposición.
La solución para dar continuidad a la fábrica de AUTHI en Los Corrales llegó con la venta de las instalaciones a la empresa “Motor Ibérica”, que adquirió igualmente el compromiso de absorber a 1.200 trabajadores, que iría incorporando a su plantilla en el plazo de dos años. La medida resultaba parcial, pues aún quedaban casi mil trabajadores en situación de desempleo.
El testimonio ofrecido por el trabajador de AUTHI que vivió en primera persona todo el proceso de fundación y cierre de la fábrica, (llevaba trabajando en la misma desde que se instaló en Los Corrales), conduce a plantearnos algunos interrogantes y a cuestionar algunos aspectos de la historia de la marcha tal y como se ha contado. El asunto de la convocatoria de la marcha plantea un interrogante fundamental: ¿Hasta que punto fue realmente espontánea la arenga del representante del Jurado de Empresa a los trabajadores para iniciar la marcha? El trabajador entrevistado, aún siendo consciente de que no existen pruebas fehacientes que sustenten su versión, sospecha que la manifestación fue conocida y organizada con el objeto de ofrecer una imagen renovada, más aperturista y tolerante, del régimen una vez muerto el dictador. Afirma: ”el régimen tenía que lavarse la cara y mostrar una imagen renovada y la marcha le proporcionó la oportunidad”. Los años 1974 y 1975 fueron especialmente convulsos, con la convocatoria de numerosas manifestaciones y huelgas que fueron violentamente reprimidas por las fuerzas del orden. En 1975 se declaró el estado de excepción en el País Vasco, que amparó la ejecución de cinco integrantes de ETA en el famoso “proceso de Burgos”. El nuevo gobierno de Arias Navarro, en medio de un ciclo de protesta en expansión e incapaz de llevar a cabo verdaderas reformas, necesitaba ofrecer una apariencia menos autoritaria y represiva, más cercana y complaciente con los problemas de los ciudadanos.
Si analizamos la forma en que discurrieron algunos de los acontecimientos de la tarde y la noche del 22 de diciembre de 1975, las dudas planteadas por este trabajador de AUTHI pueden tener sentido. En primer lugar, el hecho de que fuera uno de los representantes del Jurado de Empresa, conocido por su pertenencia al Sindicato Vertical y su cercanía al régimen, el que tomara la iniciativa para un acto de protesta obrera. El entrevistado afirma que “los miembros del Jurado de Empresa, todos miembros del Sindicato Vertical y afines al régimen, tomaron la iniciativa y el protagonismo de la marcha, sabiendo que los trabajadores les iban a seguir como ovejucas porque nuestro problema no era la política, sino el volver a trabajar”. En segundo lugar, que el gobierno consintiera y apoyara una marcha, que tenía todas las características de una manifestación ilegal, llegando al punto de poner un dispositivo de la Guardia Civil para guiar a los trabajadores. Así lo expresa el trabajador de AUTHI: “Era una marcha consentida. La Guardia Civil, en lugar de ir a palos contra los trabajadores nos iba guiando”. Este mismo trabajador cuenta que, durante la caminata iba comentando estas sospechas con otros compañeros que pensaban como él. Se sintieron utilizados y manipulados por los representantes sindicales: “Ellos iban delante y nosotros detrás como corderos, como obreros”. Al llegar a Santander las autoridades sindicales y gubernamentales les esperaban con felicitaciones y buenas palabras, llegando incluso a poner a su disposición una flota de autobuses para regresar a Los Corrales. “Que el Delegado del Sindicato les reciba y les diga qué valientes son…”, esto hizo pensar a algunos trabajadores que la marcha obrera había estado organizada desde el gobierno.
Así pues, la marcha habría actuado como un mecanismo de encauzamiento del descontento de los trabajadores ante una situación de crisis de naturaleza sociolaboral. Una válvula de escape para liberar adecuadamente la presión sobrevenida y evitar la posibilidad de un estallido fuera de control.
No obstante lo anterior, la charla mantenida con el obrero de AUTHI concluye en un tono positivo, pues reconoce que la manifestación tuvo un efecto muy provechoso, pues actuó como un cemento que cohesionó a los trabajadores, les hizo tomar conciencia de sus problemas como clase obrera y, lo más importante de todo, les proporcionó un sentido de la eficacia de las acciones de protesta. La marcha de AUTHI, en este sentido, fue un hito, pues a partir de entonces los trabajadores, sabedores de su poder, fueron más reivindicativos y lucharon con más fuerza por sus derechos.