100 artículos, 10 años de Desmemoriados

2024 es un año en un año de celebraciones para Desmemoriados. Este mes de abril habremos publicado ya 100 Documentos del Mes, y después del verano cumpliremos 10 años trabajando por la recuperación de la memoria colectiva de Cantabria.
Cuando en 2017 publicamos el primer “Documento del mes”, de apenas 500 palabras, pretendíamos contextualizar algunos de los materiales más significativos que habíamos recuperado, pero no nos podíamos imaginar que 100 publicaciones seguiríamos, mes a mes, encontrando temas sobre los que escribir. No sabemos si será muy osado decir que esperamos estar al pie del cañón dentro de otros 100 Documentos del mes, pero las ganas las podemos asegurar si seguís conservando el interés por leerlos.

Sergio Manzanera Lloret fue un futbolista en la década de los setenta en el Levante U.D., el Valencia C.F. y en el Racing, protagonizando en este último club, junto al delantero centro vasco Aitor Aguirre, un suceso que convirtió a ambos en noticia extradeportiva y, lo que es más importante, en abanderados de la contestación al régimen franquista que, en septiembre de 1975, se desintegraba matando. Si lo mencionado anteriormente supone en él una hechura y una personalidad especial, lo confirma sin duda alguna el hecho, inusitado en ese gremio, de que fuera capaz de colgar las botas a los 27 años, cuando la mayoría de los deportistas se encuentran en el culmen de su carrera, como era su caso, para dedicarse a estudiar Medicina, profesión que ha ejercido a lo largo de su vida. En fechas recientes, el mencionado Sergio Manzanera Lloret, ha tenido la amabilidad de conceder una entrevista a Desmemoriados, de la cual se extrae el artículo que viene a continuación.

Alineación del Real Racing Club del 28 de septiembre de 1975, en el partido que le enfrentó al Elche en el estadio del Sardinero, en la que se ve a Aitor Aguirre y Sergio Manzanera con sendos brazaletes negros. Al pie de la foto se puede leer la dedicatoria de Sergio al escritor Alfons Cervera / Desmemoriados.

Alineación del Real Racing Club del 28 de septiembre de 1975, en el partido que le enfrentó al Elche en el estadio del Sardinero, en la que se ve a Aitor Aguirre y Sergio Manzanera con sendos brazaletes negros. Al pie de la foto se puede leer la dedicatoria de Sergio al escritor Alfons Cervera / Desmemoriados.

 

Tradicionalmente, en amplios sectores de la izquierda española, el fútbol siempre se ha considerado el “panem et circenses” contemporáneo que sirve para ocultar la triste realidad cotidiana mientras que millones de seguidores sintonizaban un aparato de radio para seguir cada domingo los avatares de su equipo preferido.

Esta visión generalizada y sin matices ha dejado en el margen de la Historia a un buen número de futbolistas españoles que tuvieron que exiliarse al finalizar la guerra civil y encontrar refugio en equipos de México y Francia principalmente.

Durante la dictadura franquista los equipos de la Liga española dejaron de jugar al fútbol para practicar balompié, término que intentó sustituir el anglicismo y de la misma manera, históricos como el Rácing o el Athletic Club, pasaron a ser el Real Santander y el Atlético de Bilbao.
Con el auge del desarrollismo de los años 60 los encuentros ligueros o de la Copa del Generalísimo agrupaban cada vez a más público en nuevos estadios con capacidades superiores a 75.000 espectadores en el caso del Nou Camp o el Santiago Bernabeu.

Al margen del deporte, eran años en que la contestación al Régimen fue aumentando tanto en el ámbito universitario como en los ambientes obreros de los denominados Polos de Desarrollo, zonas de poca industrialización anterior y en donde las nacientes Comisiones Obreras iban disputando la representación de los trabajadores al sindicalismo oficial, vertical, de la CNS (Central nacional Sindicalista), como ya había ocurrido en las zonas tradicionalmente industriales. La represión por parte de un sistema anquilosado provocó un típico movimiento de acción-reacción que favoreció el nacimiento de organizaciones que defendían la violencia para acabar con el sistema. ETA y el FRAP alcanzaron cotas poco imaginables un tiempo antes.

En diciembre de 1970, en el denominado Consejo de Burgos, varios activistas de ETA fueron condenados a muerte y posteriormente indultados por las numerosas presiones internacionales en demanda de un juicio justo, así como por las movilizaciones populares que especialmente en el País Vasco y Barcelona habían creado situaciones bastante novedosas en términos de participación popular en las protestas. Aunque el gobierno decretó un estado de excepción el 14 de diciembre, el mes terminó con la concesión de los indultos.

En ese último lustro del franquismo -1970/75- se vivió un creciente malestar social en el que el incremento de la dureza represiva se vio acompañado por la crisis económica desembocando, cuando al Jefe del Estado apenas le quedaban dos meses de vida, en las ejecuciones de septiembre de 1975, en las que cinco militantes de ETA y del FRAP fueron ejecutados. Las presiones internacionales, que no fueron inferiores a las de diciembre de 1970, con manifestaciones ante la mayoría de embajadas españolas en las capitales europeas, con la petición expresa de la Comisión Europea o del Papa Pablo VI, no fueron suficientes para calmar la idea de autoridad que tenían los dirigentes franquistas. Al alba del 27, sábado, como reflejó Luis Eduardo Aute en una bella canción convertida en Himno por toda la oposición, los cinco activistas, condenados en juicios faltos de garantías, fueron ejecutados.

La reacción en el mundo del deporte fue casi nula con la excepción del Athletic de Bilbao, que jugaba en Granada y cuyos jugadores saltaron al campo con un brazalete negro pero justificándolo con el aniversario de la muerte de un jugador. Sin duda, el hecho más significativo y recordado de aquella jornada liguera fue protagonizado por dos jugadores del Racing de Santander, Aitor Aguirre y Sergio Manzanera, los dos titulares indiscutibles del humilde equipo local. En la concentración previa al partido, como casi siempre, ambos compartieron habitación, en un conocido hotel santanderino. Aitor, de tradición nacionalista vasca y Sergio, hijo de un funcionario republicano represaliado por el franquismo, de acusada conciencia social, sintonizaron Radio España Independiente, la teórica emisora Pirenaica que emitía desde Bucarest, y desde ella recibieron la información de ese último acto de barbarie franquista.

Ese domingo 28 el equipo local recibía al Elche en los viejos Campos de Sport. Ambos jugadores decidieron colocarse como brazaletes los cordones negros de las botas de fútbol que destacaban mucho sobre sus camisetas blancas. Otro jugador del equipo, de origen navarro, iba a acompañarles pero finalmente Maguregui, el entrenador racinguista, no contó con él como titular en la alineación.

En el transcurso de la primera parte del encuentro se vivieron distintas situaciones. La mayor parte de los espectadores desconocían la razón por la que dos jugadores llevaban esa señal de luto. El hecho fue objeto de comentarios posteriores hasta que ya cerca del descanso, muchos espectadores intuyeron lo que sucedía lo que no provocó ningún rechazo. Durante el intermedio muchos policías acudieron a los vestuarios conminando a los dos jugadores a que se quitaran los brazaletes, en caso contrario se los llevarían detenidos. En la continuación del partido fue un tanto de Aitor Aguirre, culminando una jugada de Sergio, el que dio la victoria al Racing. El lunes tuvieron que acudir, por separado, a los juzgados a prestar declaración. Fueron interrogados sobre la causa de llevar aquel brazalete. A destacar la diferencia de trato, mucho más agresivos en el caso de Aitor. Ambos contestaron lo mismo: Querían recordar la muerte de Santiuste, una figura importante del racinguismo. La respuesta de los jugadores fue respaldada por la directiva del Club, que como destaca Sergio, siempre les apoyó. Tras la declaración ante la “autoridad competente” –en términos de la época- la misma decidió imponer multas de 300.000 pesetas a cada uno, cifra que en esa época era una barbaridad. Para hacernos una idea, Sergio nos relata que el primer piso que compró en su Valencia natal le había costado 100.000 pesetas.

Como anécdota añadida cabe resaltar que el pago de la multa debía hacerse en “papeles de pagos al Estado” de venta en estancos y, normalmente, para satisfacer cantidades muy inferiores. Tuvieron que recorrer muchos estancos para reunir tan importante suma. Además del castigo económico, el fiscal del Tribunal de Orden Público -TOP- llegó a pedir cinco años de prisión para cada uno aunque aquello nunca prosperó ya que dos meses más tarde el dictador había muerto y el país estaba en la pista de salida de los numerosos cambios ocurridos a continuación.

Otra consecuencia importante en el desarrollo de su vida normal fue la amenaza de muerte de los “guerrilleros de Cristo Rey” que conocieron por la prensa. En aquel momento Sergio debía vivir en la zona conocida como Valdenoja, hoy densamente poblada, entre los Campos de Sport y Cueto, pero entonces esa misma zona estaba muy poco habitada y urbanizada lo que le llevó a extremar las precauciones sobre todo de noche.

Posteriormente se encontraron en Burgos con el humorista Cassen que les hizo saber que ambos figuraban en una lista negra elaborada por la extrema derecha junto a actores, músicos y otros conocidos opositores a la Dictadura. En la entrevista mantenida con Sergio nos confirma que personalmente se siente muy orgulloso de la acción que Aitor y él llevaron a cabo y que es importante que se conozcan estas pequeñas acciones como la suya y que se contemplen en la necesaria reivindicación de la Memoria democrática. En un programa del “Informe Robinson”, titulado Brazaletes, el fallecido exjugador británico también entrevistó a estos dos jugadores.