Los años 60 que me tocó vivir

En los primeros años 60 yo pertenecía a un sector económico muy precario. Como tantas otras familias sufríamos la brutal transición del campo a la ciudad. Se empezaba a trabajar muy pronto. A los catorce años, y aún antes, era normal estar en un taller aprendiendo un oficio. A mí, me tocó dejar la escuela y empezar a trabajar a los doce años. Estudiar, pertenecía a otros ámbitos sociales. Las condiciones de trabajo eran las de la época, salarios muy bajos compensados con las horas extras que alargaban la jornada laboral. La situación social era muy pobre, cerrada. La cultura, la del nacionalcatolicismo. La prensa y la radio eran la voz única de las clases dominantes y del régimen franquista.

La Iglesia, en su versión más siniestra, controlaba las mentes y la vida de la gente, incluida la sexualidad, imponiendo pautas de conducta miedosas y enfermizas. La homosexualidad era perseguida y castigada. Los libros y la cultura convertidos en materia sospechosa. Teníamos una visión muy limitada del mundo exterior. La censura era muy fuerte y muy absurda al mismo tiempo. Pero, para los que habíamos crecido con la dictadura era lo normal.

Quienes teníamos un mínimo de inquietud no sabíamos como romper, pero nos lo planteamos, con aquel ambiente cerrado y asfixiante. En esa época todo empezó a cambiar. Los trabajadores, sobre todo campesinos, marchaban al extranjero por millones. Se ponían en contacto con otra realidad y volvían contándolo. Yo también estuve a punto de marchar a Alemania.

Tuvieron una gran repercusión las huelgas de los mineros asturianos del año 1963 y 64. El franquismo empezó a plantearse su continuidad. Necesitó abrirse. Lanzó un programa de desarrollo industrial y se abrió al turismo. Inició su transición hacia la democracia. Todo esto, tuvo una gran repercusión entre nosotros. Recuerdo bien el gratificante efecto de la música que llegaba, de la ropa diferente, de dejarnos los pelos largos e incorporar a nuestros hábitos el protestar y disentir cuando lo creíamos necesario. Hablo en plural, porque en mi cuadrilla de amigos adolescentes lo vivimos así, era una sensación colectiva.

Empezó a correr aire fresco. A mis manos llegaron libros prohibidos, música nunca antes escuchada, etc. … y las voces de organizaciones clandestinas que luchaban contra la dictadura, noticias de detenciones, prensa y panfletos que circulaban de mano en mano… Estábamos también bajo la influencia épica de la magnífica Revolución Cubana, de la durísima guerra de liberación en Argelia, en el Congo Belga, etc.… que tanta repercusión tuvieron en la opinión popular del país.

En nuestro entorno, empezaron a tener presencia personas que de diversas formas, unas más radicalmente y otras menos, cuestionaban la situación política y económica del sistema y hablaban de justicia social, apoyo mutuo, socialismo….. y revolución. Personas que pertenecían a organizaciones de la Iglesia, creadas en su intento de organizar a los trabajadores bajo su manto, como era la H.O.A.C. y la J.O.C. , del Partido Comunista, del Frente de Liberación Popular (FLP), Comisiones Obreras y sindicalistas varios por libre. Con todos ellos, y muchos libros, soñé que se podía cambiar el mundo.

LA CARCEL
Fuimos detenidos en los primeros meses de 1967. Todo nuestro grupo fue juzgado en Madrid, por el Tribunal de Orden Público. A mí, me cayeron seis años y un día.

Respecto a lo que supuso para mí la experiencia de la cárcel, no sé bien como contarlo, como resumirlo, como transmitir a quien no lo ha vivido, lo que es la pérdida de la libertad, el estar separado por fuerza de las personas que quieres, de los amigos, de la vida diaria que estabas acostumbrado a hacer. Por otra parte, cada persona lo vive de forma intransferible. De pronto, todo ha cambiado para ti y has de afrontar situaciones de temor, incertidumbre, impotencia ante lo irreversible, dudas… Pero, en la época que me tocó vivir en las diversas prisiones por las que pasé, confluyeron circunstancias que me permitieron adquirir conocimientos y experiencias que siempre he valorado mucho. Empezando por un conocimiento de la naturaleza humana en momentos difíciles.

En la cárcel encontré una gran riqueza y variedad humana. Conocí legionarios, Testigos de Jehová, atracadores, asesinos, estafadores, ladrones de guante blanco y ladrones de medio pelo, gitanos, carteristas, homosexuales, campesinos que robaron para dar de comer a su familia, en fin “delincuentes” de todo tipo. De entre todos ellos tuve buenos amigos, especialmente gitanos. Y claro está, conocí a los presos políticos, entre los que yo estaba incluido. Pude conocer todas las corrientes políticas del momento, hoy desaparecidas, caso de los variados grupos comunistas “prochinos”, las corrientes troskistas, anarquistas, las primeras generaciones de etarras o los grupos autónomos y ácratas de la Universidad. Había para escoger. El grupo más numeroso eran los comunistas del P.C. (Partido Comunista) y Comisiones Obreras. Coincidí con el famoso “proceso 1001” donde se juzgaba a los más destacados dirigentes de Comisiones. Los debates eran permanentes. Me gustaba escuchar a todos. Recuerdo muy especial guardo, de varios combatientes de la guerrilla. Llevaban más de veinte años en la cárcel. Sus relatos, contados sin aspavientos, me conmovieron mucho.

Por otra parte, era muy bueno disponer de las veinticuatro horas del día para uno mismo, para leer, para escribir, para hablar con los compañeros, para pensar, para aprender y jugar al ajedrez. En el Dueso estaba, se llamaba así, la colonia de extranjeros. Alemanes, holandeses, etc. Hasta un afgano. Con un alemán, profesor de Historia Antigua, a quien siempre estaré agradecido, aprendí la historia de la cultura occidental, desde Babilonia a la Grecia clásica, leí a Homero, a Tucídides…… y muchos más. Algo, que antes de la cárcel nunca tuve oportunidad de aprender.

Fue un tiempo tan intenso qué, al recuperar la libertad, al volver a la “normalidad” tuve la sensación de sumergirme en una inmensa corriente de banalidad, de caer en un gran vacío.· Pero esta etapa quedó inmediatamente atrás. Al poco tiempo me había embarcado en otra historia también apasionante. Nosotros habíamos cambiado, pero el mundo todavía no.

por Nisio.

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Publicado el

9 de junio de 2013