La memoria de un grupo o colectivo se organiza en torno a hitos, lugares y personajes que preservan su pasado común del olvido. Para la militancia obrera montañesa de los años sesenta, uno de estos hitos es la concentración celebrada en la plaza de Farolas de Santander el 1º de mayo de 1968. En esos años se había producido el encuentro de militantes del PCE y de la HOAC en torno a la cuestión obrera. Compartieron reivindicaciones laborales y las primeras huelgas, lo que daría como fruto la aparición de las Comisiones Obreras. La HOAC venía celebrando el 1º de mayo desde 1963, primero en los salones de la iglesia, para en años posteriores, celebrarlo en la calle con el apoyo del obispo. La celebración de 1968 era dar un paso más y recuperar el carácter reivindicativo de la fecha. A primera hora de la mañana se concentraron en los Pinares del Sardinero en grupos de debate, que al detectar la presencia de la Brigada Político Social decidieron disolverse y dirigirse al centro de la ciudad. A las 12 del mediodía estaba convocada la concentración en la Plaza de Farolas, a escasos metros de la comisaría de la Policía Armada.

 

Unas cien personas cogidas del brazo, pretenden hacer frente a la carga policial, y aquí empiezan a aparecer personajes que se repiten en los testimonios. El inspector Solar, con sus gafas ahumadas realiza los tres avisos preceptivos para que los manifestantes se disuelvan antes de ordenar la carga. Unos corren, otros intentan aguantar bajo los chuchos de la policía, y aquí, otros nombres se hacen presentes: Ramón Peredo y José Antonio García Solana. En pleno caos, Solar dispara su pistola con balas de fogueo a quemarropa, produciendo lesiones en la cara de Emilio Castañeda y de José Manuel Gómez Quintana. A la puerta de la comisaría, cuando un grupo de manifestantes intenta  evitar que se lleven detenidos a varios compañeros, aparece el último nombre de esta historia, Mª Jesús Cuesta Villa. En el forcejeo, las gafas de Inspector Solar caen al suelo, lo cual provoca su ira y que golpeara la cabeza de Mª Jesús contra la pared. La mañana acabó con nueve militantes detenidos, de los que ocho fueron puestos en libertad al día siguiente tras tomarles declaración el juez. Mª Jesús fue conducida a la prisión provincial y condenada a seis mes de cárcel por agresión a la autoridad en la cárcel de Alcalá de Henares.

 

Esta imagen desenfocada, que formó parte de las pruebas que el abogado Mario García Oliva aportó en la defensa de Mª Jesús ante la Justicia franquista, nos brinda el pretexto para hacer presente el recuerdo y de esta forma, poderlo incorporar a la memoria colectiva.